La vanidad es un signo de inseguridad y de falta de integrídad ética.
Todos aquellos que presumen a diario de ser los mejores del mundo, los más importantes y valiosos, son sujetos y seres que carecen de dignidad y autoestima.
Esa obsesión permanente es tan absurda como intentar pensar que una vida es mejor que otra. Nada se puede comparar, pues todas las cosas y vidas tienen valor y sentido independientemente de su uso y desarrollo.
Las personas vanidosas no hacen más que demostrar la enorme e insoportable inseguridad personal y colectiva que estos poseen, que son incapaces de convivir y suscitar entusiamos con hechos e iniciativas realmente terrenales y cotidianas.
No lo olviden nunca: todos aquellos que se piensan y se sienten mejor que otros seres, que otras personas, son siempre e irremediablemente, seres condenados a vivir en el miedo y en la insatisfacción crónica.
Todos aquellos que presumen a diario de ser los mejores del mundo, los más importantes y valiosos, son sujetos y seres que carecen de dignidad y autoestima.
Esa obsesión permanente es tan absurda como intentar pensar que una vida es mejor que otra. Nada se puede comparar, pues todas las cosas y vidas tienen valor y sentido independientemente de su uso y desarrollo.
Las personas vanidosas no hacen más que demostrar la enorme e insoportable inseguridad personal y colectiva que estos poseen, que son incapaces de convivir y suscitar entusiamos con hechos e iniciativas realmente terrenales y cotidianas.
No lo olviden nunca: todos aquellos que se piensan y se sienten mejor que otros seres, que otras personas, son siempre e irremediablemente, seres condenados a vivir en el miedo y en la insatisfacción crónica.